Foto del exilio con Juan Domingo Perón. Mayor del Ejército Argentino. Ayudante de campo del General Perón entre 1954 y 1955. Jefe del Primer Batallón del Regimiento Motorizado (Escuela de Mecánica) de Buenos Aires encargado de la seguridad presidencial; desde ese cargo desarmó y rindió a las fuerzas que estaban en el Ministerio de Marina, luego de la asonada militar “gorila” fracasada el 16 de junio de 1955. Luego de esa fecha pasó a desempeñarse como Director de Coordinación Federal, organismo de la Policía Federal con el fin de detectar a los “comandos civiles”. Vicente se extrañó siempre de que la orden de rendir a los sublevados cayera sobre él cuando era más apropiado que la ejecutara un general. Años después Perón le explicó el porqué de esa decisión: “M’hijo. Yo lo vi a usted luchar esa tarde de junio del ‘55 junto al pueblo, mientras bombardeaban la ciudad. Usted era el hombre y no otro para esa misión”. Fue así que este brillante militar puso, su arma y su cuerpo al servicio del gobierno constitucional, lamentablemente derrocado por la fuerza de las armas (Lonardi. Aramburu. Rojas) tres meses más tarde, el 16 de septiembre de 1955. Estuvo encarcelado 4 meses; se lo privó del grado militar y del uso del uniforme. Al recobrar su libertad, se sumó al intento revolucionario del General Juan José Valle (junio de 1956) para recomponer la democracia en Argentina y que pudiese haber elecciones sin proscripciones de ninguna naturaleza. En julio de aquel nefasto año, a pedido de la embajada argentina en Paraguay que pide su extradición, es detenido en Asunción por las fuerzas policiales guaraníes, pero rápidamente recobra su libertad al tener todos sus papeles en regla. Lo acompañaban su mujer y dos hijos pequeños. En septiembre de 1956 se exilia en Brasil (San Pablo y Río de Janeiro) y luego desembarca en Caracas, Venezuela, pasando a ser nuevamente asistente de Juan Domingo Perón, ahora en el exilio. Vicente, tenía por entonces 33 años. Para el periódico “La Mañana” declarará que “Perón volverá a la Argentina porque el pueblo lo pide (…) en los muros e incluso en las monedas, con las letras ‘P.V.’ que significan Perón Vuelve (…) Por cada peronista encarcelado, otros diez toman su lugar”. A fines de 1957, Perón le encomienda la inspección de los comandos peronistas en el exterior y con motivo de esa tarea se entrevista en sus respectivos países con los presidentes Joao Goulart y Alfredo Stroessner. Para las elecciones de 1958 estuvo por el voto en blanco (que podía leerse como una intransigencia total ante el sistema); posición contraria a la de Cooke, por ejemplo. Regresa a la Argentina para sumarse a la Resistencia Peronista siendo así enlace de Perón con otros compañeros insurgentes. En febrero de 1959 (gobierno de Arturo Frondizi) fue capturado en su domicilio particular y alojado en la prisión militar de Magdalena (provincia de Buenos Aires): en el diario oligárquico “La Nación”, al detenerlo, se lo tildó de “conspicuo colaborador del dictador prófugo”. Más acá en el tiempo, será el representante de ese mismo Líder en Uruguay, residiendo en Montevideo (al menos, entre 1963 y 1966). Por su intermedio las Fuerzas Armadas Peronistas (FAP) hacen llegar a Perón una misiva – a fines de 1969- que este, contesta muy elogiosamente hacia aquellos, el 12 de febrero de 1970. Pablo Vicente guardó más de 300 cartas de su correspondencia con Perón entre 1965 y 1971, un verdadero tesoro histórico. Falleció en Buenos Aires, el 24 de abril de 1985.