Roberto
Baschetti

Vitali, Elvio

Nacido en Villa Domínico, provincia de Buenos Aires, el 26 de marzo de 1953. Su padre era ebanista. Dijo alguna vez: “Cuando tenía 16 o 17 años viví con gran intensidad el juicio a los Montoneros acusados de la ejecución de Aramburu y las escenas del Cordobazo. Eso dejó en mí un sello imborrable y quise estudiar derecho, para ser abogado como Ortega Peña. Tenía ansiedad de justicia”. Durante la década del ’70 fue secretario general del Centro de Estudiantes de la Facultad de Derecho de la UBA. Consecuente con su compromiso fue militante de Juventud Universitaria Peronista (JUP) y Montoneros hasta 1974, cuando la discusión dada dentro de la organización sobre el rol de Perón en la coyuntura, lo depositó en la minoritaria JUP-Lealtad. Al agudizarse la represión, con tan solo 23 años partió hacia el exilio; primero Brasil y luego México entre 1976 y 1983. “Cuando tomé la decisión de irme, sentía que estábamos derrotados por varias razones. Nosotros habíamos perdido las banderas de la paz, y los que las habían ganado eran estos militares asesinos. Yo era un militante muy conocido de la Juventud Universitaria Peronista, y era lógico que me sintiera amenazado; claro que el estilo no era que te amenazaran. Directamente te secuestraban y te mataban. Era una continua caída de compañeros”. Fue el creador de la librería y cafetería “Ghandi”, en el barrio de Coyoacán, México; foro de encuentro, reunión y discusión de los compatriotas exiliados. Testimonió para la película de David Blaustein, “Cazadores de Utopías”. Fue Director de la Biblioteca Nacional de Argentina del 2003 hasta diciembre del 2005. A partir de esa fecha fue legislador porteño hasta su muerte. Amante empedernido del tango fue impulsor del Festival Internacional de esa música ciudadana en Buenos Aires. Quien mejor lo define en su persona es Nicolás Casullo, también él fallecido prematuramente: “Elvio emergía en lenguaje, salida, broma, de ese mundo popular peronista revuelto, corajudo, peleador, imprevisible a veces, que siempre estaba, y que a Elvio le dio dones como el de ser el permanente gestador de consignas, cánticos, versitos, lemas que luego bramaban en miles de gargantas. Las bellas muchachas que pasan, la familia tana, el fútbol, los fideos, el tuco, los asados sobre chapa en el piso, la calle, el café, la cantina, la sobremesa y el tango que lo envolvió como una oscura argentinidad supletoria en la última década y pico de su vida, compusieron su retrato cotidiano, el mural madre donde fue entrando el militante, el exiliado, el librero, el empresario, el candidato, el director de la Biblioteca Nacional, el legislador (…) Tuvo un inmenso don: nunca se la creyó del todo. A su propia trayectoria digo”. Elvio Vitali legislador porteño por el kirchnerismo falleció de un cáncer de páncreas, a los 54 años, el 16 de febrero de 2008. Sus restos fueron velados en la Biblioteca Nacional. Dejó una frase de despedida: “Muchas cosas las podría hacer de otra manera. Pero hay algo que no cambiaría nunca: la voluntad de transformación. Tal vez nos equivocamos, pero aquella vocación queda para la historia”.