Todos sus datos son tomados del libro de Pedro Goldfarb titulado, “Por los caminos que conducen… ¡a la revolución!”. Editado en 2023 por editorial Prometeo. Los padres de Salo, eran polacos que vivían en los suburbios de Varsovia. En 1930 llegaron a la Argentina. Se instalaron en el barrio de Villa Crespo y se relacionaron con el proletariado judío del lugar. Salo nació en junio de 1933, en el seno de una familia judía ashkenazi que no era religiosa ni sionista. Por el contrario, sus padres eran de izquierda y veían a la URSS con buenos ojos. En su casa se cantaba “La Internacional” y se ayudaba con donaciones a los españoles republicanos que luchaban en la Guerra Civil. Eso forjó ya de pequeño en Wodner un doble sentimiento: ser parte de un pueblo perseguido, querer formar parte de la lucha contra las injusticias y ser solidario con el débil y perseguido solo por ser tal, más allá de quien era y de donde venía. Salo Wodner ingresó a las filas del Hashomer Hatzair, un movimiento juvenil identificado políticamente con el Partido Obrero Unificado (Mapam). Tenía tan solo 16 años de vida. Cuando empezó la carrera de Ciencias Económicas se fue de ese ámbito político-cultural. Y rápidamente se sumó a las filas de la Federación Juvenil Comunista (FJC). En 1959 viajó a Moscú y luego a China. Se desilusionó con el socialismo soviético que no era tal y cuando volvió al país se encontró con una crisis casi terminal en su partido. Entendió algo que en su organización –que dejaría- no se discutía o se soslayaba y era que sin lugar a dudas el sujeto de la revolución, la clase obrera, era peronista y no comunista en nuestra patria. Estudiar Historia Argentina le terminó de abrir la cabeza definitivamente cuando se abocó a la comprensión de lo que se denominaba “Revisionismo Histórico”. Paradójicamente, pensó al igual que el coronel Rattenbach que “en la Argentina, quien no está con el Peronismo no entiende la realidad política del país”. Y de ahí a la siguiente determinación hubo un solo paso. Dijo: “Había que dar al Peronismo una visión política renovadora y revolucionaria. Ese era el único camino que nos llevaría a la Patria Socialista. Buscábamos crear las condiciones necesarias para la aparición de un gran partido político de masas, por un régimen justo, socialista e igualitario, que hable de la justicia social, de organizar a la gente para la búsqueda del ideal revolucionario”. Se sumó a Montoneros y fue responsable del aparato de finanzas de la Columna Sur del Gran Buenos Aires en dicha organización político-militar. En algún momento de la larga noche de la dictadura cívico militar instalada en 1976 se exilió en Israel. Allí vivió en un kibutz (el Givat Brenner) hasta su muerte. Fundado en 1928, ese kibutz –colonia agrícola- lleva el nombre del escritor Yosef Haim Brenner, que murió en los disturbios de Jaffa de 1921.